A pesar de que el hecho de realizarse un tatuaje o colocarse un piercing está acompañado de mucha determinación, en ocasiones las personas atraviesan diversas situaciones que pueden hacerles cambiar de parecer.
En el caso de los piercings el proceso es sencillo, solo debe retirarse el accesorio, quedando únicamente la cicatriz de recuerdo. Pero en el caso de los tatuajes, puede llegar a ser mucho más complicado, influenciando el tamaño, antigüedad, localización, color de piel y capacidad de cicatrización de la persona.
Láser
Esta técnica utiliza pulsos energéticos de alta intensidad durante cortos periodos de tiempo, para fragmentar los gránulos del pigmento.
El tipo de láser a aplicar y el número de sesiones, va a depender de los colores predominantes en el dibujo, y si posee un acabado profesional.
Dermabrasión
Es una técnica quirúrgica que utiliza fresas que giran a alta velocidad para exfoliar la piel. Al tratarse de una abrasión profunda en la piel, los riesgos se incrementan.
Salabrasión
Consiste en una abrasión superficial de la piel, a través de frotamientos realizados con sal común humedecida.
Excisión
Está indicada especialmente para los tatuajes pequeños. En el caso de los de mayor tamaño, se procede primero a extirpar la parte central y luego los bordes.